martes, 22 de noviembre de 2011

kafka en la Estanteria


La canción llega del fondo y se mezcla con el murmullo de la gente. Mujeres y hombres educados hablan de política y economía en unos rincones, y en otros de lo "agradable" que ha estado la conferencia. Pero Paula no se detiene y me arrincona entre las estanterías de la biblioteca. Veo un libro de Descartes junto a uno de Juan Goytisolo y me pregunto que coño hacen juntos? Paula me inquieta. Cuando nos conocimos no parecía tan decidida, pero a medida que pasa el tiempo es mas intrépida, advierto ciertos rasgos exhibicionistas con algo de ingenuidad y pudor que no me disgusta en lo mas mínimo, pero en la biblioteca de su padre? estoy pensando esto cuando noto una leve caricia en la entrepierna y automáticamente el beso que le estoy dando cambia de intención.
Empieza a ser desaforado cuando ella baja mi bragueta y estimula mi pene con ambas manos. Excitado recorro las suaves curvas de su cuerpo, le bajo el tirante del vestido y descubro ambos senos. Sus pezones me hacen recordar una foto expuesta en Bellas Artes de Madrid y me excito aún mas recordando su nombre "fiera escondida" (una mujer desnuda te mira entre la penumbra). Voy hacia sus senos pero antes me detengo en sus labios, es como ir a París pasando antes por Roma, así emprendo mi dulce recorrido. Los cubro con mi boca, recogiéndolos con las manos. Sus pezones están duros y ella tirita cuando los succiono. Paula me aparta y se arrodilla para chuparme el pene.
El murmullo se acentúa cuando una canción termina y empieza otra. Acojona pensar que al otro lado de la puerta están sus padres y amigos. Aprieta mis testículos y dejo de hacer conjeturas estúpidas. Noto sus labios recorriendo mi pene, se lo come todo!! si quisiera podría correrme ya, pero quiero hacerlo dentro de ella. La levanto, la viro. Esta de cara a las estanterías, con los ojos a la altura de Juan Goytisolo, levanto su vestido y reluce un culo precioso, curvado delicadamente y me dan ganas de besarle la vulva. Me acerco a sus labios vaginales por detrás y le meto la lengua. Le lamo los labios y de pasada le succiono un poco el clítoris, para hacer esto tengo que apretar mi cara a su culo. Me gusta mucho estar cerca de sus nalgas. Me gusta el olor de su humedad pero no tenemos tiempo, en cualquier momento puede entrar alguien!!
Recuerdo esto y la penetro. Entro en ella con mucha facilidad y embisto varias veces.  Hay una colección de Kafka encima de Descartes.Yo tengo una colección parecida en casa. Cuántas veces he follado delante de Kafka??continuo entrando y saliendo de paula. Sus gemidos se mezclan con el murmullo y la música. El orden de los factores no altera el producto. Paula aprieta su culo en mi pene y su humedad se intensifica. Me corro. Me gusta la Metamorfosis. Me gusta Paula. Me gusta como mueve sus caderas cuando nota mi semen, es como si quisiera dejarme seco.
Se termina Schubert, pero yo solo quiero una copa.

domingo, 3 de abril de 2011

La primera vez haciéndolo en la calle

Caminaba de vuelta a casa sin esperar nada. El reflejo de la luces  destellaban en los charcos de la acera y mi horizonte próximo era un pasadizo asfaltado entre edificios a media luz. No había transito vehicular, en cierta forma me hallaba sola y no habría tenido mayor importancia, pero la discusión con Tomas me hacia sentir triste, rabiosa conmigo por quererlo únicamente para mi, desconcertada porque en todo el día no había llamado y empezaba a extrañarle. La brisa nocturna refrescaba de vez en cuando mi rostro, ondeaba tímidamente mi cabello. Se colaba por entre mis piernas y mi falda hacia un amago de levantarse.
De repente escuche abrirse una puerta a unos metros de mi y al prestar atención, distinguí en  la penumbra  un hombre  bajando de un coche. Me puse nerviosa  sin un motivo real pues la zona es segura y Tomas no iba venir, por un momento pensé que era él, lo admito, pero recordé cómo era Tomas. El desconocido empezó a venir hacia mi, el juego de luces y sombras de la noche me ocultaba su rostro, pero a medida que se fue acercando, por su forma de caminar, de mover los hombros, descubrí a Tomas. Creo que ambos sonreímos a la vez, no estoy segura, pero si recuerdo que lo abrace muy fuerte, le había echado de menos y quería que lo sintiera. Nos besamos con ternura sujetándonos ambos con los brazos. Él por mi cintura y yo rodeando su cuello. No pronunciamos una palabra. El calor de nuestros cuerpos bastaba para comunicarnos. Sentí su mano en mis nalgas y esto me provoco ardor. Le bese con menos ternura y más pasión, tocándonos con nuestras lenguas, besándonos cada labio por separado. Para darme cuenta estábamos pegados a la pared y sus manos se habían colado dentro de la falda, sentí el roce suave de sus dedos muy cerca de mi ano y de rato en rato, muy cerca de mi sexo. Me percate que estábamos en la calle, que los edificios nos rodeaban,  que debíamos detenernos e ir al piso, pero esa noche descubrí lo mucho que me excitaba hacerlo en la calle. Me puse muy cachonda.  Tome su pene con la mano. Él tenia mi vulva y jugaba con mi clítoris, sumergía sus dedos dentro de mi coño y me hacia gemir, yo intentaba aguantarme al principio, pero luego deje de hacerlo. Nos masturbábamos mientras nos comíamos la boca. Él se bajo los pantalones un poco y el pensar que me iba penetrar en la calle me puso más caliente y me dieron ganas de comerle la polla. Baje hacia su pene y empecé a succionarle su semen. A lamerle los testículos. Tomas estaba más erecto que cualquier otro día y eso me excitaba más. Me llamo con sus manos y me beso fuerte. Entonces vi en sus ojos su deseo de mí y le pedí que se comiera mi vagina. Él bajo hacia ella y levanto mi pierna para ponerla sobre su hombro y empezó lamiéndome los labios, casi llegando hasta mi culo. Me tenia muy cachonda, lo juro. Me comió el clítoris primero muy flojito y luego con más “talante”   -que gracia- y luego empezó a penetrarme con su lengua y yo sentía como me iba poniendo más húmeda cada vez. Le pedí que me follara. Tomas se puso de pie y me penetro en la calle y desde entonces, no dudamos si encontramos un lugar público sin gente.

viernes, 11 de marzo de 2011

Carla y la soledad

El estado intimo de Carla es la soledad y ésta, la asalta en momentos inesperados, misceláneos en su conjunto, vacío de forma en su expresión más simple y angustiosas si se halla sola entre el armario, la cama y el colchón,  peor aún, humillante, si esta sentada frente al televisor y un leve mareo precede la llegada de esa enemiga soledad.
Entonces sale a buscar compañía efímera en las calles, dentro de algún café-bar o sentada en cualquier parque, Carla lo sabe y a veces, aplastada por la soledad, sale.
Entra a un bar sin táctica alguna, mira el primer lugar libre en la barra y se sienta. La inexistencia de un objetivo concreto le otorga una independencia que hace de filtro entre todos los potenciales acompañantes, así pues, no tiene porque ser tan exigente si alguien se acerca y le pregunta qué tal?
No se trata de hacer amigos y tampoco de buscar a la persona ideal. Se trata de no estar sola cuando la soledad la derrumba.
Así, ella responde al desconocido que esta bien. Si el desconocido resulta atractivo, esboza un sonrisa y antes de beber un sorbo del Martini Rosato, murmura fríamente: y tú?
Pocas veces es el principio de la no soledad, generalmente son prepotentes, monotemáticos cuándo entran en conversación, neandertales a la hora de sugerir otro lugar más intimo, otras miradas y otras palabras. A veces es mejor no hablar.
Si se dan las circunstancias ella lo prefiere encima de su colchón, debajo de sus sabanas, sobre sus muebles o mirando por la su ventana. Se entrega tanto como puede y su gemido es una mezcla de llanto y socorro. A medida que el desconocido la besa, ella va sintiendo como la soledad se aleja. Se dispersa en el ambiente, como una nube de humo en el cielo. Entonces se aferra más al hombre sin nombre ni apellidos. Mueve sus caderas en elipses concéntricas a la pelvis de su amante volátil. Él la embiste cada vez con más ahínco. Ella gime fuerte.
El desconocido se corre dentro.

viernes, 4 de marzo de 2011

Felación


Estaba hablando del teorema de Pitágoras cuando sentí la mano de Claudia sobre mi pierna. Mi cuerpo reacciono enseguida y se me formo un bulto duro dentro sin poder evitarlo. Continúe diciendo que la hipotenusa al cuadrado es igual a la suma de los cuadrados de los catetos mientras pensaba en cómo iba vestida ese día Claudia. Un pantalón de chándal rosa y una camiseta muy pegadita cubriéndole los senos. Su mano fue subiendo por mis muslos hasta que llego a mi pene, en ese momento un leve silencio se apodero de mí. Empezó a coger mi pene muy levemente por encima del pantalón y se fue endureciendo todavía más.
        -     El teorema de Pitágoras es para todos los triángulos?- pregunto Claudia buscando mi mirada.
        -    No- respondí negándome en rotundo a mirarla- es sólo para los triángulos rectángulos.
   Los segundos se fueron haciendo eternos. Su mano había desabotonado mi pantalón y ahora bajaba la cremallera muy despacio.
       -     Y qué son los triángulos rectángulos?- pregunto Claudia con una voz de ternura.
 No podía creer que no supiera qué era un triangulo rectángulo e iba pregúntaselo cuando sentí el tacto suave de las yemas de sus dedos. Lo tomo son firmeza y poco a poco fue aflojando. Mi sexo estaba erecto y muy caliente en comparación con el resto de mi cuerpo. Claudia fue deslizando tu mano a mis testículos. Los acariciaba  casi amorosamente.
       -   Son triángulos con un ángulo recto
  Cuando subía la mano a mi pene deslizaba su capullo muy suavemente, cubriendo mi glande cada tres segundos. Una sensación muy excitante que fue aumentando a medida que iba humedeciéndose mi pene y ella cubría progresivamente mi glande.
-          Adrien?
-          Que?
-          Quien fue Pitágoras?- Dijo algo sonriente.
  En este instante me costo mucho recordar quién había sido Pitágoras, pero antes de responder quería observarla, quería saber hasta dónde iba llegar através de su mirada, pero en cuanto gire el rostro, sólo pude una parte de su cabeza que bajaba. Noté sus manos en mi cadera agarrando mi pantalón y mis calzoncillos y creo que por inercia levante el culo para que ella pudiera bajarlos.
-          Era un filosofo griego
Lo dije con los ojos puestos en la pared de la habitación, sin ser capaz de mirar concretamente algo, en aquel instante me percaté de la profundidad de su boca,  la humedad de sus labios en lo largo de mi pene. Sentí el roce, la fricción dulce de su lengua. Ella cubría mi glande con algo mas suave que sus manos, sus labios, y era delicioso sentir así su boca mientras me apretaba las piernas con sendas manos.
-          Qué más sabes de Pitágoras Adrien?- pregunto lamiendo mi glande.
Yo no quería nada de Pitágoras, únicamente deseaba que continuara.
-          Qué más Adrien?
 Y esta vez lo pregunto después de haber lamido mis genitales y mi pene, y con una voz mas sensual que nadie.
- nació en la isla de Samos…
Respondí casi susurrando y ella succiono mis testículos sutilmente, para después repetir el ritual de segundos antes y recorrer mi pene con su boca mojada, dadivosa de placer, soberbia donde las haya, ayudada por  la tersura de su mano. En algún momento deje de hablar de Pitágoras porque realmente no se sabe mucho del filosofo griego y Claudia se detuvo moviendo ligeramente mi pene.
-          Qué más Adrien?
Sonaba cada vez más sensual y yo quería que continuara, así que empecé a inventarme cosas de Pitágoras.
-          Pitágoras tenia un perro que se llamaba …